jueves, 30 de junio de 2016

21 lúcidas y líricas palabras con la L

  • No seas lipendi y toma nota de estas letíficas palabras que acabarán con la laceria de tu vocabulario




La L procede de la lambda griega y esta a su vez de la lámed fenicia, que tenía forma de cayado. En la escritura jeroglífica egipcia era un tigre (labo). Es la novena letra más frecuente en español: en un texto cualquiera, un 4,97% de las letras serán eles, aunque está al inicio del 2,83%, cayendo a la decimocuarta posición.




Lábil. Que resbala o se desliza fácilmente. Frágil, caduco, débil. También, poco estable, poco firme en sus resoluciones. En química y dicho de un compuesto: Inestable, que se transforma fácilmente en otro.

Laceria. Miseria, pobreza. También, trabajo, fatiga, molestia. Viene de lacerar, que significa lastimar, golpear, magullar, herir.

Lacertoso. Musculoso, membrudo, fornido.

Lambucear. Lamer, por glotonería, un plato o una vasija.

Lavajo. Charca de agua llovediza que rara vez se seca.

Lazareto. Establecimiento sanitario para aislar a los infectados o sospechosos de enfermedades contagiosas. También, hospital de leprosos.

Leptorrino. Que tiene la nariz larga y delgada. Y, dicho de un animal: Que tiene el pico o el hocico delgado y muy saliente.

Letífico, ca. Que alegra.

Licnobio, bia. Dicho de una persona: Que vive con luz artificial, haciendo de la noche día.
Limen. Umbral (pieza inferior o escalón de una puerta o entrada). Y, también, paso primero o entrada al conocimiento de una materia.

Lipendi. Tonto, bobo.

Lucífugo, ga. Que huye de la luz. Ave lucífuga.

Ludibrio. Escarnio, desprecio, mofa.


Lúnula. Espacio blanquecino semilunar de la raíz de las uñas.

¿Qué libros del ‘boom’ latinoamericano prohibió y alabó la dictadura?


A pesar de que muchas de estas obras fueron tachadas por la dictadura, las editoriales, distribuidores y libreros lograron que pequeñas y medianas cantidades de novelas censuradas por el franquismo llegasen igualmente a España. Xavier Ayén, autor de Aquellos años del boom, cuenta que tanto en los sesenta como en los setenta se daban algunas paradojas: "Llegaban novelas clandestinas y había situaciones extrañas. Podía ser que una obra estuviera parada en la censura y que, sin embargo, se pudiera conseguir como producto de importación. Así había muchos menos ejemplares de los que las editoriales querían publicar de manera legal. En Barcelona, por ejemplo, se podían conseguir en la librería francesa. Era un circuito muy minoritario y estos libros no llegaban al gran público".

  • Lo que opinaban los censores

 García Márquez | ‘Cien años de soledad’: “Como novela, muy buena”

Cien años de soledad
“Políticamente, la obra no presenta problema ninguno. Ideológicamente tampoco, porque no defiende tesis sino que describe situaciones. Moralmente, presenta un ambiente en el que predomina la inmoralidad como cosa de todos los días y sin ulteriores preocupaciones éticas, aunque no falten personajes que se planteen problemas de conciencia. Sin embargo, no se incurre en descripciones escabrosas ni inmorales: simplemente se describen situaciones inconvenientes sin aprobarlas ni condenarlas, pero produciendo una impresión desfavorable hacia tales situaciones. La obra es AUTORIZABLE. Como novela, muy buena” (15 de febrero de 1969).
El coronel no tiene quien le escriba
“Novela latinoamericana, con la figura central de un coronel terco y obstinado en su dignidad y siempre esperando la correspondencia que le comunique la concesión de la pensión bien ganada, pero que nunca llega por los olvidos o las maquinaciones de la politiquilla imperante. Nada que objetar” (22 de mayo de 1969).

Julio Cortázar | “Es discursivo. Muy cerebral”

Rayuela
“No es fácil resumir el contenido de esta novela porque se trata de una narración poco narrativa. Es discursiva. Muy cerebral. No se cuenta casi nada y se dice y se habla mucho” (2 de junio de 1967).
“Nos hallamos ante una de las principales y más antológicas producciones de unos de los primeros escritores contemporáneos de Hispanoamérica...” (12 de junio de 1967).
“Aunque habría bastantes cosas que tachar en esta novela, su gran calidad literaria obliga a tratarla con todo respeto. Por ello, se deben pasar por alto ciertas palabras obscenas que no serían admisibles en otra novela” (25 de junio de 1969).
Ceremonias
“Muy personales como toda su literatura, medio real medio irreal, de gran finura psicológica y lenguaje a veces lírico, a veces chabacano a base de extranjerismos, argentinismos, etc. Moralmente no hay nada que objetar: las descripciones eróticas son escasas y discretas. Políticamente es inocuo” (18 de noviembre de 1968).

Jorge Luis Borges | “Uno de los más grandes líricos de la lengua”

El Aleph
“Este libro contiene una serie de pequeños relatos, imaginarios y profundos al mismo tiempo. Se trata de uno de los más grandes líricos de la lengua española. El gran poeta argentino pone en este libro lo imaginario y la profundidad filosófica” (27 de noviembre de 1969).
Ficciones
“Al pensar por cuenta propia el autor formula alegremente hipótesis las más paradójicas [sic], que presenta como tesis inconclusas, cultivando en la expresión (al menos en la traducción) un lenguaje hermético a tono con lo esotérico de los temas, lo que hace que estos sean, para los lectores no iniciados en las metafísicas agnósticas, el laberinto de los laberintos.” (4 de junio de 1956).
“Con alardes de ingenio el autor de ‘Ficciones’, Jorge Luis Borges, sutiliza bordando una serie de temas que se incorporan por derecho propio y legítimo dentro de la categoría de bellas y cultas digresiones más o menos fantásticas, pero acusan en último término la extensa cultura, la fertilidad de la imaginación y el humorismo, quizás exagerado” (8 de junio de 1956).

Vargas Llosa | Un ‘Buscón’ contemporáneo

La ciudad y los perros
“Un poco a lo ‘Buscón’ por el desenfado truculento del lenguaje, se aparta, sin embargo, del patrón quevedesco por una marcada complacencia con las descripciones obscenas, sobre todo en la de adulterio incestuoso...; en la de la visita al lupanar...; en la de los actos de sodomía...; en la de la escena de voluptuosa depravación...” (25 de febrero de 1963).
“Se ambienta el internado relatando la vida y costumbres de una juventud degenerada      —reflejo ciertamente de unas extensas juventudes hispanoamericanas—, pero sustancialmente el nudo de la obra, entre tanto episodio y peripecia de la juventud que allí habita, consiste en hacer crítica áspera y dura de la pedagogía y reglamentos militares” (2 de mayo de 1963).

Juan Rulfo | ‘Pedro Páramo’ llegó 14 años después

Pedro Páramo
“En los lugares arriba señalados hay descripciones crudas de hechos y situaciones inmorales, que a juicio del lector que suscribe aconsejan que no se autorice la distribución de tal novela.” (4 de ocubre de 1955).
Pedro Páramo y El llano en llamas
“La literatura de Juan Rulfo, como es sabido, es bronca, alucinante, milagrera y de honda raíz popular. Lo mejor del volumen es ‘Pedro Páramo’. Los relatos son más desiguales. Aunque abundan los detalles eróticos en estas narraciones, están expuestos con sobriedad, por lo que son admisibles. En otros aspectos, al aludirse siempre a la realidad mexicana no hay motivos para objeciones” (18 de noviembre de 1969).

Extracto del artículo de F. Sánchez y D. Fonseca. El texto completo en El País

Cuando el franquismo censuró el ‘boom’ latinoamericano

  • El régimen retrasó 15 años la entrada de obras maestras de una generación de autores que marcó una era
  • La dictadura no tocó ni una línea a García Márquez


Vargas Llosa, Carlos Fuentes, García Márquez y José Donoso, en los 70
Después de que en 1967 el franquismo prohibiera la publicación de Cambio de piel, de Carlos Fuentes, Seix Barral recibió la noticia de que tampoco podría editar en España —como era su intención— Rayuela, la novela de Julio Cortázar que había visto la luz en Argentina de la mano de Francisco Porrúa en su sello Sudamericana.

El año anterior, el escritor chileno Luis Harss había presentado a ambos escritores junto a otros ocho más en Los nuestros, un libro de entrevistas que trascendería por anunciar el que iba a ser nuevo canon de la literatura latinoamericana. La obra de Harss, que anticipó una revolución clave en la literatura en castellano, cumple este año medio siglo. La dictadura retrasó, sin embargo, casi 15 años la llegada a España de algunos de los autores del boom, aunque a otros, como a Gabriel García Márquez, no les hicieron cambiar nada en sus textos.

Los censores franquistas, que evaluaban si cada libro atacaba “a la moral, a la Iglesia o al Régimen” “aconsejaron” suprimir ocho páginas de Rayuela en 1967, según consta en los correspondientes documentos que guarda el Archivo General de la Administración.

Los inmorales Buendía
También se retrasó la publicación en España de Carlos Fuentes. Aunque en 1966 llegaron 17.000 ejemplares de La muerte de Artemio Cruz, los censores ya habían rechazado otras tres obras suyas. Los intentos en 1960 de la editorial Hispano Americana de exportar a España 50 ejemplares de La región más transparente y otros tantos de Las buenas conciencias fueron rechazados. La primera novela fue tachada en el informe de la censura de “atea, [con] alusiones políticas contrarias al régimen, [y] descripciones fuertemente lascivas”; la segunda presentaba a “personas religiosas como hipócritas, […] y con frases inconvenientes y escenas de burdel”. Hasta 1973 y 1975, respectivamente, ambas obras no llegaron a España. Una demora similar padeció Pedro Páramo, de Juan Rulfo, rechazada en 1955, cuando se publicó: “Hay descripciones crudas de situaciones inmorales”. Hasta 1969 no se pudo leer en España.

Portada de la primera edición de Cien años de soledad

La llegada de Manuel Fraga en 1962 al Ministerio de Información propició una mínima apertura con la Ley de Prensa de 1966. “Se suprimió la censura previa y se podía publicar lo que se quisiera, pero el franquismo reservaba el derecho a parar las tiradas si creía que una obra era ofensiva. Los editores siguieron mostrando los libros para no imprimir uno y luego ver cómo se paralizaba. En esos años, se siguieron censurando muchas obras”, recuerda Xavier Ayén, autor de Aquellos años del boom.

Pese al franquismo, la audacia de las editoriales permitió que muchas novelas tachadas entrasen de contrabando. Miguel Visor, distribuidor y librero desde 1959, rememora cómo colocaban los libros prohibidos en la parte baja de las cajas de importación, ocultas por obras sí permitidas: “No había librería que no tuviera una sección pirata. Estas novelas las teníamos escondidas y las vendíamos a gente de confianza”.

Los censores no molestaron, en cambio, a García Márquez. Su primer libro en España fue La mala hora, en 1962, pero no sería hasta la publicación en 1967 de Cien años de soledad cuando se editaría en amplias tiradas. El censor señaló en su informe que la historia de los Buendía no suponía problema político ni ideológico alguno, aunque “moralmente, presenta un ambiente en el que predomina la inmoralidad”. El censor autorizó su edición y escribió: “Como novela, muy buena”. 

sábado, 25 de junio de 2016

El retorno

La poeta Rocío Acebal.
Rocío Acebal



La inclinación melódica del mar
vuelve a posar tu voz sobre la arena
de vuelta en Calafell, años más tarde:
en días como éste, me pregunto
si, inhóspita sirena, has olvidado
la dignidad furtiva de aquel beso
o en los momentos íntimos retorna
aún a tu retina esa experiencia
primera del amor correspondido;

y en días como éste desearía
de nuevo retener entre mis manos
los contornos de sal que acaricié
en esta misma cala –en otro tiempo-,
aunque la toga de nostalgia cubra
después de tantos años las viejas ambiciones
aunque escondas el rostro, avergonzada

porque perduran
en nuestros cuerpos juveniles restos
de amor y de pasión,
porque es posible el gozo,

                                                  todavía.





viernes, 24 de junio de 2016

Un kilo de vocabulario: 10 palabras que comienzan por K


La K es la letra menos frecuente en un texto medio en español: solo se usa el 0,01% de las veces. Es incluso menos frecuente que la Q (0,02%) y la X (0,22%). De hecho, apenas ocupa tres páginas del diccionario, de la 1298 a la 1300 de la edición más reciente. Pero lo importante no es la cantidad, sino la calidad, aunque tengamos que escribirla con C y no con K.

Como se puede ver, muchas de las palabras son extranjeras o neologismos con ayuda del griego clásico, hasta el punto de que se ha propuesto su sustitución por la C y la Q. De hecho, no estuvo en el diccionario de la RAE entre 1815 y 1869. No ha ayudado a su fama su uso y abuso en los sms. Entre los romanos tenía esa reputación de extranjera, al ser considerada cosa de griegos. De todas formas, la hemos acogido con tanto cariño que nadie escribe quilómetro o quilogramo, por ejemplo, a pesar de que también son correctas.

Kabuki. Género teatral japonés que combina actuación y declamación y en el que los papeles femeninos son representados por hombres.

Karst. Paisaje de relieve accidentado, con grietas y crestas agudas, originado por la erosión química en terrenos calcáreos.

Kastila. En filipinas, español, tanto la persona como la lengua. Viene de Castilla.

Kermés. Fiesta popular, al aire libre, con bailes, rifas, concursos, etc. También, el lugar donde se celebra una kermés. Su tercera acepción es pintura o tapiz flamenco, generalmente del siglo XVII, que representaba fiestas populares.

Kirieleisón. Canto de los entierros y oficios de difuntos. "Cantar el kirieleisón" significa pedir misericordia.

Kohl o kohol. Cosmético para ennegrecer los bordes de los párpados, las pestañas o las cejas.


Kufiya. Tocado beduino masculino formado por un paño cuadrado doblado en forma de triángulo y a veces sujeto por una banda o aro. La kufiya palestina.

viernes, 17 de junio de 2016

Amarrada


La joven poeta Elvira Sastre.
Elvira Sastre
No es el frío,
ni la lluvia,
ni el invierno colándose por la ventana,
ni las calles desiertas,
ni el viento barriendo lo que queda de mí
una madrugada cualquiera.

No es esta ciudad descolocada,
ni un grito a destiempo,
no es que la soledad me fuerce a extrañarte
y no sepa qué hacer con estas manos vacías,
con esta nube que amenaza mi puerta.

No es que tema estar perdiendo mi horizonte,
reducirme en otro cuerpo
incapaz de ser mi océano,
desconocerte por momentos
y reconocerme en ellos.

Es, simplemente,
el espejo,
el silencio,
la cama vacía.

La
pregunta
que
solo
es
pregunta.

jueves, 16 de junio de 2016

15 juguetonas y jubilosas palabras con la J


Ilustración: Luis Demano
En su origen, la j no era más que una variante caligráfica de la I: se empezó a considerar como una letra propia a partir del siglo XVI y fue la última letra en incorporarse al alfabeto latino moderno. Fue entonces cuando comenzó a competir con la G y con la X, que se pronunciaba de forma similar a la sh del inglés. De ahí que, por ejemplo, don Quijote fuera don Quixote en las primeras ediciones. Fue en el siglo XVIII cuando se cambió la grafía de la X por la J, con excepciones, como México y Texas, que también se pueden escribir con J.
Es de las letras menos usadas, a pesar de su sonoridad y de su frecuencia en nombres de pila muy populares: en un texto cualquiera, 0,44 letras de cada 100 serán una J, lo que la sitúa como la vigesimotercera letra más usada. Eso no quita que haya palabras estupendas comenzando por J, como estas 15:

Jabeque. Herida en el rostro, hecha con arma blanca corta. (También es una embarcación costanera de tres palos, con velas latinas, que se podía navegar a remo).

Jarocho, cha. Dicho de una persona: De modales bruscos, descompuestos y algo insolentes.

Jeme. Distancia que hay desde la extremidad del dedo pulgar a la del índice, separado el uno del otro todo lo posible. Coloquialmente, también significa palmito, como en “tiene buen jeme”.

Jeribeque. Guiño, visaje, contorsión.

Jinglar. Dar gritos de regocijo, burlarse.

Jitanjáfora. Texto carente de sentido cuyo valor estético se basa en la sonoridad y en el poder evocador de las palabras, reales o inventadas, que lo componen. 

Jocundo, da. Plácido, alegre, agradable.

Jopo. Cola de mucho pelo.

Jumera. Borrachera, embriaguez.


Juzgamundos. Persona murmuradora.

lunes, 13 de junio de 2016

La publicidad en inglés lo invade todo

Image result for New possibilities (Hyundai)Echar un vistazo a la publicidad en los medios españoles supone encontrarse mensajes como estos: Buenos Aires non stop (Aerolíneas Argentinas), Feel the extraordinary (NH hoteles), Pop it up. Create the unexpected (para la marca Jesuso Ortiz x Swatch), The Power of dreams (Honda), Age management medicine (Neolife), New thinking. New possibilities (Hyundai), This is your time (Tissot)...

El sociólogo Enrique Yarza cree que los anuncios en inglés aumentan, entre otras razones, por el efecto de la globalización, pues “el mensaje de cierre de un anuncio para todo el mundo se decide en Londres o Nueva York”; y también por la imitación a cargo de marcas españolas que exportan cada vez más, y que se dicen: “Como yo soy internacional, también hablo inglés”. Pero, además, el inglés “es lo moderno, lo aspiracional”, y “a veces se puede usar para modernizar la imagen de una empresa”.

Publicidad con palabras en inglés, ayer domingo en Madrid.La psicóloga Pilar Varela se sitúa en esa línea: “El inglés se asocia con lo deseable y con lo superior. Lo que se anuncia en inglés llevará un plus de cosmopolitismo, o de garantía tecnológica o de seriedad”. Sin embargo, Yarza cree que no se debe establecer la regla de que aquello que se anuncia en ese idioma es necesariamente lo prestigioso, lo caro. “Es verdad que en el mundo del lujo casi todo se anuncia en inglés; y que hasta la marca Carolina Herrera se pronuncia con ese acento... Pero, a la vez, hay coches de gama alta como Audi o BMW que se anuncian en castellano; y un coche de gama baja o media, como Hyundai, que emplea el inglés...”.

¿Y cómo se siente alguien que recibe un mensaje que no entiende? Pilar Varela precisa: “Lo de menos es entenderlo. El inconsciente no sabe inglés, solo sabe de emociones. La cosa es que el producto se presente como algo deseable, misterioso, superior, difícil de alcanzar, pero alcanzable; y el inglés lo consigue porque somos un tanto paletos”.

“Es verdad”, añade Yarza, “que “el problema está yendo más allá de la lógica". Y cita el ejemplo de Renault, marca francesa pero que, por sus fábricas en España, se considera casi una empresa nacional. “¿Qué sentido tiene decir ‘Renault, passion for life’ si se puede decir Pasión por la vida?”. Otra marca francesa, Peugeot, acude al lema Motion and emotion. Y ambas mantienen esos mensajes para sus anuncios en Francia. Sin embargo, Mercedes Benz utiliza The best or nothing para España y Das Beste oder nichts para Alemania (en ambos casos, Lo mejor o nada).

“El prestigio del español”, agrega Varela, “lo situamos en el campo de las letras, y tenemos la referencia de nuestros premios Nobel, pero eso es lo antiguo, especialmente para los jóvenes. Ahora la ciencia y la tecnología son más prestigiosas que la literatura. El español es solo el idioma de lo próximo; y por eso los anuncios de detergentes están en castellano”.

domingo, 12 de junio de 2016

Palabras reinventadas

Ciertas palabras entran en desuso porque aquello que nombran desaparece de nuestras vidas. En muchos casos, se agradece. Por ejemplo, ya no solemos preocuparnos de sabañones, bubas, landres o tabardillos, ante los cuales nuestros bisabuelos debían andarse con mucho tiento.

Messi en el banquillo
Y mientras algunas palabras se iban, otras consiguieron adaptarse a los cambios. Hemos usado una de ellas estos días, gracias a que un juez decidió lo que cualquier entrenador evitaría: sentar a Messi en el banquillo.

Este diminutivo andaba ya por los diccionarios del siglo XVII con la lógica definición de “banco pequeño”. La Academia le incorporó en 1869 una nueva acepción: “Asiento donde se coloca el acusado ante el tribunal”. Hasta 1989 no añadirá que también se designa con esa palabra el “lugar donde esperan los jugadores suplentes y entrenadores, fuera del juego”.

Messi en el banquillo
Los banquillos de hoy en día nos traen a la memoria ese fenómeno curioso que se da con algunas palabras: sus significantes permanecen, los significados cambian. Porque estos banquillos de ahora no son bancos pequeños. Messi declaró desde una silla; y los suplentes de un equipo se acomodan en confortables asientos individuales con respaldo y reposacabezas. Sin embargo, el significante “banquillo” no se ha alterado.

Ese empeño de algunas palabras por mantenerse incólumes mientras cambia la realidad que nombran alcanza a muchos términos. Las plumas con las que se firman los grandes acuerdos ya no son de ave (y por tanto no son plumas). Los caballos del coche no son caballos, ni el coche es ya aquel carruaje. La azafata que asistía a la reina con su azafate (o bandeja) viaja ahora en un avión. Aún decimos que hay que tirar de la cadena (incluso en sentido metafórico) cuando ya sólo accionamos una palanca; y que colgamos el teléfono cuando pulsamos una tecla virtual en la pantalla del móvil. (Una tecla que ya no es una tecla, por otro lado). Llamamos “correspondencia” a las cartas a las que no correspondemos; y “manuscrito” al original que un novelista elaboró en su computadora; la “pizarra” del aula ya no es de pizarra, y apagamos la luz sin echarle agua.

Extracto del artículo de Álex Grijelmo. El texto completo en El País

jueves, 9 de junio de 2016

16 palabras con la I que incrementarán tu intelecto

Ilustración: Luis Demano

La I debe su característico punto a que se confundía con la u al escribirse en cursiva en la Edad Media. Procede de la iota griega, al igual que la J, que quedó para fonemas consonánticos. En Roma también servía para representar el número 1. Es la séptima letra más frecuente: en un texto cualquiera, el 6,25% de las letras serán íes.





Icástico. Natural, sin disfraz ni adorno.

Icnita. Huella fosilizada de un animal.

Idiolecto. Conjunto de rasgos propios de la forma de expresarse de un individuo.

Ignaro, ra. Que no tiene noticia de las cosas.

Ignavo, va. Indolente, flojo, cobarde.

Ilécebra. Halago engañoso, cariñosa ficción que atrae y convence.

Imbele. Incapaz de guerrear o de defenderse, especialmente por ser débil o flaco o por carecer de fuerzas y resistencia.

Imbornal. Boca o agujero por donde se vacía el agua de lluvia de los terrados. También, abertura practicada en la calzada, normalmente debajo del bordillo de la acera, para evacuar el agua de lluvia o de riego.

Íncola. Habitante de un pueblo o lugar.

Incuria. Poco cuidado, negligencia.


Ineluctable. Dicho de una cosa: Contra la cual no puede lucharse.

miércoles, 8 de junio de 2016

Algunas razones para no leer

  • Si lees, cuando escuches los telediarios puedes llegar a saber hasta qué punto te engañan 
  • Si lees, verás que muchos emperadores van desnudos
  • Decide si quieres leer. No es una decisión fácil ni cómoda. Es una decisión subversiva. Es una decisión que a la vez nos alivia y nos hace daño
Marta Sanz

resultado de la imagen de Marta Sanz escritora
Marta Sanz
Hoy aquí, contraviniendo todas las previsiones y ejerciendo de enanita saltarina, mosca cojonera, duendecillo maligno, demonia o Ángela caída, voy a intentar daros algunas razones fundadas para NO leer. Habéis escuchado bien para NO, NO, NO leer. Voy a colocarme al otro lado de ese espejo donde si uno se refleja de noche, alumbrado por una vela, se tropieza con un fantasma. Voy a subir al desván para mostraros el auténtico rostro del angelical Dorian Grey: su cara reconcomida por gusanos y devastadoras arrugas. Ahí va el listado razones por las que, como diría Amy Winehouse, NO, NO, NO debéis leer:

  1. Si lees, corres el riesgo de que de pronto muchos de los seres humanos que te rodean empiecen a convertirse en animalillos. Salvajes o domésticos. Puede que, al darse la vuelta, tu vecina del segundo te enseñe el rabito de rata que le sale entre la botonadura de su vestido. Poco a poco notarás que se le han afilado las orejas y en la piel de las manos le ha nacido una capilla de pelusa. Tu vecina seguiría siendo una mujer normal si tú no hubieses leído La celestina o Las alegres comadres de Windsor.
  2. Si lees, dejarás de tener tiempo para ver la televisión y cabe la posibilidad de que los gritos de los tertulianos —tertulianos de la casquería o tertulianos políticos, tertulianos que hablan de deportes— empiecen a resultarte incomprensibles, como si hablaran en una lengua que desconoces y que no tienes ninguna gana de aprender. Ahora hablas en otro idioma porque has leído La soledad del corredor de fondo de Sillitoe, La hoguera de las vanidades de Tom Wolfe o Miss Lonelyhearts de Nathanael West.
  3. Si lees, cabe la posibilidad de que te despistes a menudo y se te dibuje en la boca una sonrisilla que muchos pueden calificar de tonta. Algunos pensarán que has esnifado pegamento o bebido más de la cuenta. Lo cierto es que leer no es más barato que consumir ciertas drogas y que también genera adicción. Cuidado. Te darás cuenta de ello cuando leas Los paraísos perdidos de Baudelaire, La pipa de Kif de Valle-Inclán o Yonqui de William Burroughs.
  4. Si lees, quizá todo el mundo piense que eres un empollón, que te crees superior a los demás. Puede que te segreguen y te aparten. Que no te consideren una persona normal, que te llamen friki. Posiblemente tendrán razón. Pero también son frikis los klingon, los coleccionistas de Barbies, los seguidores de Mujeres, hombres y viceversa, los eurofans... Bienvenidos al club del licenciado Vidriera o a la compulsión de Madame Bovary por la lectura de novelas románticas.
  5.  Si lees, cuando escuches los telediarios puedes llegar a saber hasta qué punto te engañan. Todas las noticias y ciertas actitudes se te pueden clavar en la niña de los ojos como una esquirla de cristal. Eso te hará sentir casi enfermo. Como Heinrich Böll cuando escribió El honor perdido de Katharina Blum o Evelyn Waugh se rio del mundo del periodismo en ¡Noticia bomba!.
  6. Si lees, verás que muchos emperadores van desnudos y puede que incluso te atrevas a decirlo. No solo los niños y los borrachos dicen la verdad, pero ya sabes que a veces decir la verdad no sale a cuenta. Incluso puede llegar a ser una acción contraproducente.

domingo, 5 de junio de 2016

14 palabras nada mudas con la H

Ilustración: Luis Demano

La H es la única letra del español que no representa a ningún fonema y, por tanto, es muda, a excepción de cuando está en el dígrafo ch. Deriva del hebreo heth y es la eta griega. A menudo se encuentra donde en latín había una F, como en el caso de hambre, hermosura o hablar, que dejaron de pronunciarse con esa f inicial hacia el siglo XVI. No tiene sonido en ninguna lengua romance, a excepción del rumano y, en este caso, por lo general en palabras de procedencia no latina. Es la vigésima letra más frecuente: en cualquier texto, un 0,7% de las letras serán haches, lo cual no está mal para tratarse de una letra muda.

Hablista. Persona que se distingue por la pureza, propiedad y elegancia del lenguaje.

Heredípeta. Persona que con astucias procura proporcionarse herencias o legados.

Herrete. Remate, generalmente metálico, que se pone a las agujetas, cordones, cintas, etc., para que puedan entrar fácilmente por los ojetes.

Himpar. Gemir con hipo.

Hiperestesia. Sensibilidad excesiva y dolorosa.

Híspido. Hirsuto, cubierto de pelo.

Hogaño. En la época actual. “La historia que narra esa novela bien pudiera acaecer hogaño”.


Holgachón, na. Acostumbrado a pasarlo bien trabajando poco.

viernes, 3 de junio de 2016

5 novedades negras


  • ¿Qué leer? Por ejemplo, alguna de estas 5 novelas policiacas


Crime1.- X de rayos X, Sue Grafton (Tusquets, traducción de Victoria Ordóñez). “A través de la novela negra se pueden exorcizar demonios interiores”, me decía Sue Grafton. No le deben quedar muchos demonios interiores entonces a esta gran autora estadounidense que se acerca al final de su abecedario del crimen con la misma frescura y fuerza. En esta ocasión sigue con algo de la trama de W y aparece la viuda de Pete Wolinsky, un detective bastante peculiar. Como siempre, todo parece sencillo para la protagonista hasta que deja de serlo. Estar en una novela de Kinsey Millhone es ser feliz por unas horas, despreocuparse, disfrutar.

2.-  La noche de los alfileres, Santiago Roncagliolo (Alfaguara). Un thriller con una enorme calidad literaria y una apuesta muy personal en el que el autor, como ha reconocido en diversas ocasiones, se enfrenta a su pasado. Cuatro adultos cuentan algo que les trastocó la vida para siempre en los convulsos años del Perú asediado por la guerra y el terrorismo. No sabes muy bien qué, pero lo vas descubriendo gracias a esas cuatro voces, tan distintas. Y cuando quieres darte cuenta llevas 100 páginas, sin giros, sin trampa ni cartón, enganchado al relato, fascinado por la traslación de la violencia de la calle a la vida de esos cuatro chavales, tan distintos, tan parecidos.

3.- Maestra, L. S. Hilton (Roca, traducción de Santiago del Rey). Si se espera encontrar una historia entretenida y nada más, es mejor no elegir Maestra. Mucho sexo –y muy visual- es quizás el elemento más llamativo para vender este libro, pero detrás de esas escenas que muestran cuerdas, orgías y marcas de champán caro hay una historia que se estira y muestra un mundo lleno de máscaras. La historia de Judith Rashleigh es la de una mujer que hará cualquier cosa por conseguir salir de una vida rutinaria en una casa de subastas de Londres y llega hasta la liberación femenina; habla del poder y la escalera que lo alcanza; se cuela en la sordidez de las vidas mundanas y también en las de quienes pasean suelas pulidas sobre la cubierta de un yate. Maestra es una composición realista y plagada de detalles en la que no solo se lee, sino que se huele y se degusta. Se ve.

4.- La muerte de Ulises, Petros Markaris (Tusquets, traducción de E. M. Samará). Markaris vuelve con este libro de tres relatos que conservan toda la esencia de su literatura. A saber, crítica nada demagógica de una realidad aplastante, humor inteligente y una perspectiva única. En esta ocasión, Kostas Jaritos, queridísimo, deja hueco en uno de los relatos a Murat, un comisario turco muy especial.

5.- Donde los escorpiones, Lorenzo Silva (Destino). Octava novela, novena entrega si contamos con el libro relatos, de la pareja de guardias civiles Bevilacqua y Chamorro. En esta ocasión viajan a Herat para investigar la muerte de uno de los militares españoles en la base. El libro tiene de todo: una excelente  descripción, por la vía de los hechos y la acción, de la vida militar en Afganistán; un crimen y una trama como siempre bien resueltas y un lenguaje cercano, naturalista y a la vez complejo.